El rechazo
¡Hola! ¿Qué tal? Una vez más he pasado bastante tiempo sin publicar. Hoy tengo un hueco así que aquí os dejo un nuevo post.
Como siempre te invito a que lo leas escuchando esta playlist. Espero que disfrutes de la lectura.
Seguro que todos nos hemos sentido rechazados alguna vez. En función de nuestro estado de ánimo, de nuestras vivencias (sobre todo de la infancia y juventud), ese sentimiento lo viviremos de un modo u otro y, puede que una sensación conocida aparezca en nosotros con más o menos frecuencia.
Motivos para sentirnos rechazados hay muchos: un juego por equipos en que te eligen de los últimos, una persona de la que esperabas un comportamiento concreto y que luego no sucede así (sientes que no eres su primera opción), proyectos de conocidos/amigos para los que no cuentan contigo, alguien que se supone que debe cuidarte y no lo hace como tú esperas, las palmaditas en la espalda que se lleva un compañero de trabajo y tú no, quedarte solo a la hora de realizar una dinámica en grupo, y un largo etcétera.
Como ya sabes, la realidad es neutra, es nuestra interpretación de la misma la que decide si es “buena o mala”. Por lo tanto, es nuestra interpretación la que decide si nos duele o no.
Si hay algo común a todas las situaciones en las que nos sentimos rechazados es, simplificándolo al máximo, "no me quieren, no soy suficiente". De ahí derivan mil sensaciones más o menos dolorosas basadas en nuestras creencias que pueden llegar a hacernos mucho daño; mejor dicho, podemos llegar a hacernos mucho daño.
Todo sentimiento doloroso tras sufrir un rechazo tiene un origen en la falta de autoestima. Cuando aún no hemos conseguido un estado elevado de conciencia seguimos juzgando lo que valemos en función de lo que nos quieren los demás. Esto sucede mucho más en la sociedad de hoy en día, en la que las redes sociales juegan un papel trascendente: cuantos más likes ”mejor es mi vida”.
Es cierto que el sentimiento de pertenecer a un grupo te arropa, al fin y al cabo somos animales sociales, pero no es menos cierto que no valemos por lo que nos digan o reconozcan, valemos por lo que somos, sea o no sea reconocido.
¿Por qué tenemos esa necesidad de ser algo para los demás? ¿Por qué tenemos esa necesidad de reconocimiento? ¿Por qué nos sentimos vacíos e infravalorados cuando “nos rechazan”? Porque no nos valoramos. Y seguro que si buscas dentro de ti, habrá un resquicio de ese “querer ser visto por papá y mamá”.
No es fácil hacerlo. No te castigues aún más. No nos han enseñado a valorarnos, así que es normal que no sepas hacerlo.
Todos tenemos heridas de la infancia, y buscamos el amor de papá y mamá, y cuando eso no se ha dado (en mayor o menor medida), queda esa cicatriz, o incluso esa herida aún abierta, que en los momentos “bajos”, se vuelve a abrir con facilidad. Por lo tanto, seguimos buscando el amor, pero ya no de nuestros padres, sino de las personas con las que nos relacionamos. Seguimos buscando el amor fuera, porque nunca nos dijeron que lo tenemos dentro. Somos amor. Y no depende del exterior.
Por desgracia, en muchas ocasiones, no sirve tener ya cierto camino recorrido en el terreno del crecimiento personal, pues aun teniendo las herramientas, no consigues evitar la sensación de “no me quieren, yo no valgo”.
¿Solución? Seguir trabajando en ti, entender que si tú estás bien, si tú te quieres, la aprobación de los demás no es clave para tu valía. Sé compasivo contigo mismo.
No podemos evitar que sucedan ciertas situaciones, pero sí podemos cambiar cómo las sentimos. Si consiguiéramos quitar el apego, el desgarro que aparece cuando sentimos el rechazo, conseguiríamos ver que, simplemente, ha sucedido algo.
De acuerdo, “han elegido a otro”, eso es cierto, pero no es cierto que haya sucedido porque tú seas menos, simplemente ha sucedido así.
No olvidemos que, aunque pensemos que nosotros decidimos sobre las acciones que tomamos, es nuestro inconsciente el que ha tomado esa decisión basándose en mil registros de nuestro cerebro y mil cálculos más de los que no somos conscientes; por no hablar del inconsciente colectivo o la información que nuestro cerebro capta del universo. Así que, esas personas que no te eligen, no lo han decidido racionalmente. No han elegido rechazarte. Simplemente, su cerebro le ha dicho que escoja otra opción distinta a la que tú tenías en mente.
¿Cuánto te valoras tú? El resultado de lo que te valoran los demás, no es más que una proyección de lo que tú te valoras.
Si, automáticamente, cuando no te eligen te sientes rechazado, ten por seguro que volverá a suceder, porque tú ya estabas esperando que sucediera, tenías los sistemas alerta para que nada más ocurriera, pudieras desencadenar ese torrente de sentimientos. Así el universo reafirma tu creencia. Pone ante ti lo que sientes.
En cambio, si tú te quieres, si tú te valoras, porque sí, sin más, esa energía es la que desprendes, y esa energía es la que capta el inconsciente de los demás.
A día de hoy, no tengo fórmulas mágicas, ni más imaginativas para que puedas hacer “chas” y sentirte valorado. No tengo el ejemplo entusiasta o divertido, para que una situación neutra, no la vivas como un rechazo. Tan sólo, acepta la sensación, intenta separar la sensación del torrente de pensamientos asociados que te surgen, y pregúntate ‘¿de verdad los otros están fijándose en mí para rechazarme?’ o quizá, ‘¿centran su atención en los objetivos que quieren conseguir y no es algo personal contra mi?’
Si tras preguntarte esto consigues un poco más de paz. Enhorabuena. Sino, vive y acepta tu sensación, pero no la alimentes más de la cuenta.
Piensa en esta situación: cuando ves a un niño pequeño que se siente herido porque sus padres no le han querido comprar ese caramelo y su enfado/dolor simplemente se mantiene en el tiempo porque “así debe ser”. El hecho hace ya mucho que ha pasado, y no tiene sentido seguir manteniéndolo vivo en tu mente, ya que te estás perdiendo mil oportunidades que surgen en cada momento.
Para, respira y sé compasivo contigo... y con los demás.
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