El miedo a morir que me impide vivir

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¡Hola de nuevo!

Espero que estés bien y que estés ya disfrutando de algún que otro paseo al aire libre, de hacer deporte, en definitiva de volver a hacer esas pequeñas cosas que nos dan vida.

En la última entrada que escribí no enlacé ninguna playlist, y creo que es una costumbre que no he de perder. Así que aquí va una pequeña playlist que puedes escuchar mientras lees estas líneas o en otro momento.

Esta va a ser una entrada especial. Es especial porque sobre lo que voy a escribir es algo que “aún me mueve”, algo que no tengo resuelto, y algo que no llego a saber a ciencia cierta “por qué me molesta”. Sí tengo algunas pistas, y sí sé de dónde vienen algunas emociones o qué conexión interna mía las provoca, sin embargo, sigue habiendo algo, pues sigue habiendo momentos en los que me conecto con ese anhelo a que aquello no ocurra. Mi movimiento es la reacción, casi podría considerarse enfado, cuando contacto con quien en este momento no es capaz de mirar hacia la vida. Eso me hace ponerme en un lugar en el que juzgo, y no acompaño y desde el que no soy capaz de ver el miedo, dolor, o lo que sea que esté sintiendo y viviendo el otro… tras pensar mucho y, sobre todo, dejarme sentir, veo que hay muchas ganas en mi en conseguir que el otro mire a la vida, mire a lo bueno y no se centre en “lo malo”, y no se centre en su miedo. Claro está que eso implica que no estoy respetando el sentir del otro, y no es fácil cambiar cómo nos sentimos. Pero yo también soy persona, con mis luces y mis sombras y esta es una de las sombras que he de trabajarme. Sí puedo resumir con una frase lo que siento en esas ocasiones sería: “¿No ves todo lo que sí está vivo, en buenas condiciones, con alegría, luz, y amor?” “¿No ves que a pesar de todo sigue habiendo vida y podemos conseguir que sea genial aún estando como estamos?” Sí que contacto con un miedo, miedo a que no recordemos cómo era la vida antes. Y escribiré sobre esto después. El título de esta entrada define perfectamente qué es lo que quisiera que no sucediera… y sin embargo siento que sí está sucediendo… me gustaría que nadie tuviera miedo a la vida…  

Estamos viviendo una época que nadie de los que estamos aquí habíamos vivido antes. Una época en la que se han de tomar decisiones sin tener toda la información al alcance, y sin saber a ciencia cierta los resultados de las mismas. Es un buen momento para recordarnos que tan solo somos personas y por muy científicos que nos creamos la naturaleza siempre estará por encima de todos nosotros

Ya he escrito en otras entradas sobre los efectos que causa en nosotros la mala información. En la última entrada que escribí hablé de poner el foco en los demás en vez de en uno mismo, de señalar a los otros, sus actitudes, etc. y no fijarnos más en qué nos sucede a nosotros, qué nos permitimos o qué nos dejamos de permitir y por qué las actitudes de los demás nos “llaman la atención”. Esto no es ni más ni menos que lo que me sucede a mi. Quizá escribiendo sobre ello tenga más claridad.


Siento que muchas personas por miedo a morir están dejando de vivir. Y esto lo enlazo también con el olvido. Somos animales de costumbres, y aunque no lo creamos nos acostumbramos con facilidad a todo. Pondré un ejemplo. Sabemos que hacer deporte, dar una caminata por el campo, o algo similar nos sienta bien. Nos vuelve a conectar, a dar energía, nos equilibra mente, cuerpo y alma. Sin embargo, por motivos varios dejamos de hacerlo (en este caso porque teníamos que guardar, con todo el sentido del mundo, una cuarentena). Una vez acostumbrados a no hacer ese algo, se nos olvida los beneficios que ello nos aportaba. Si a esta receta le ponemos unas cuantas dosis de miedo, de noticias tóxicas y de centrar nuestra atención sólo en la parte más negativa o triste de lo que está sucediendo estamos escondiendo aún más y alejando de nosotros lo saludable. Luego si consigues vencer tu miedo, haces deporte, quedas con alguien, cara a cara ríes, lloras, incluso te abrazas (¡oh! ¡qué locura!) y de repente empiezas a sentirte mejor… vuelves a recordar que este tipo de cosas te conectaban con la vida… la parte triste es que si no vences lo que tengas que vencer no vas a dar ese primer paso y no vas a recordar que aquello que ahora temes en realidad te sienta bien.De algún modo hay muchas personas mirando a la muerte, a la no vida, al aislamiento, al miedo. Y desde ahí sólo hay unos pocos pasos al odio (por no decir solo uno): odio porque alguien hace algo que crees que te está perjudicando, por ejemplo.Y hay más… ¿cuánta energía estás consumiendo a causa del miedo? ¿Cuánto tiempo inviertes en limpiar lo que compras en el supermercado? Justo ahora que todos los trabajadores llevan guantes y las medidas de seguridad son extremas, ahora que es cuando más limpio está todo es cuando más tiempo inviertes tú en limpiar. 

¿Cuentas los muertos o nuevos infectados? Son muchos, sí. Y es muy triste la cantidad de gente que se ha ido sola, sin poder despedirse o ni si quiera sin poder haber sido acompañado una vez fallecido por quienes le quieren. Esto es triste y es una realidad dolorosa. Pero a la vez que todo eso sucede también existe otra realidad. ¿Has contado cuánta gente NO se ha contagiado habiendo estado “en contacto con el virus? ¿Has contado cuánta gente hay sana? ¿Has contado cuánta gente ha tenido el virus y no ha tenido mayor problema? ¿Has contado cuánta gente ha tenido el virus, lo ha pasado mal y se ha recuperado?¿Qué sucedería si de repente lo contáramos y resultara que esas cifras fueran mucho mayores que “las cifras negativas”? ¿Qué sucedería si nos diéramos cuenta que hay mucha más gente sana que gente enferma? ¿Qué sucedería si en las noticias no parara de salir las otras realidades de gente que no tiene miedo? No me malinterpretéis, no quiero decir que todo vale, y que hagamos macrofestivales, que nos juntemos a lo loco. Estas líneas las escribo para reflexionar yo, e invitarte a reflexionar a ti. ¿Tienes miedo a juntarte con tus amigos en la fase uno? ¿en la dos? Justo tras haber pasado dos meses encerrados es “cuando más limpios” estamos todos. ¿Véis la incoherencia del miedo? El miedo es libre, por supuesto, pero nos impide ver la realidad en su totalidad. Nos oculta parte de la realidad y sólo vemos la que queremos ver



Y entonces pienso ¿qué realidad te hace más bien? ¿Qué realidad te ayuda a estar mejor? ¿Cuántas cosas estamos perdiendo en vida por el miedo a morir? ¿estamos muertos en vida por miedo a morir? ¿Cuánto nos está matando el miedo?

El estrés, la vigía permanente, el estado de alerta, el estado de ataque contínuo hacia fuera, hacia “quien no lleva mascarilla”, etc. ¿de dónde sale toda esa energía que gastas? Sale de ti. Estás invirtiendo energía y atención en eso. Estás invirtiendo tu vida en eso. Tú eliges dónde centrar tu mirada y en qué invertir tu energía ¿no sería mejor invertirla en ti, en la vida, en algo que te ayude a no estar PREocupado? ¿No sería mejor OCUPARSE en vez de PREocuparse?

¿No es posible que te estés matando tu mism@ al generar tantas emociones y sensaciones negativas? Si esto es cierto ¡menuda paradoja! ¡Tratas de protegerte y te estás haciendo daño!

¿Por qué miramos fuera en vez de mirar dentro? Desde mi imaginación, y es solo mi imaginación, no una verdad, fantaseo con los pensamientos que pueden tener personas que sufren mucho “miedo irracional”: los que gobiernan lo están haciendo mal, mil teorías conspiranoicas, si no seguimos las normas vamos mal, bla bla… en este preciso momento en “tu aquí y ahora”, ¿estás bien? No sirve como respuesta: pero es que… ¿Estás bien ahora mismo que estás leyendo esto?

¿Te has planteado que harás si esta situación se alarga por meses? ¿Y si no se encuentra una vacuna en años? ¿Qué hemos de hacer? ¿No salir? ¿No tocarnos? ¿No vivir?

Puede que lo que voy a escribir a continuación no le guste a mucha gente, puede que incluso no te guste a ti; creo que, generalmente, en la mayoría de los casos no estamos mal por culpa de los demás. Estamos mal porque elegimos estarlo. Elegimos ese bando. Elegimos vivir esta situación de un modo u otro

Yo elijo vivirla desde el lado de la vida. Sin hacer “cosas fuera de lugar” pero sin preocuparme de lo que no me puedo ocupar. Prefiero mirar a la vida, prefiero elegir reír, prefiero elegir abrazar, prefiero elegir pensar que la vida nos ha dado esto y hemos de vivirlo, y de aprender algo de ello, y si me toca enfermar y morir, así será. Mientras tanto, mientras esté vivo, quiero vivir la vida, no quiero estar muerto en vida. No quiero que el miedo a morir me impida vivir.

¿Qué tal si pruebas? Igual no pasa nada. Quizá, además de la canción que tú te cantas en tu cabeza, hay más canciones, y quizá hasta ya las conoces, solo que puede que ya no te acuerdes de ellas. Quizá, la realidad que estás amplificando contínuamente en tu cabeza sólo sea una parte de toda la realidad que “hay ahí afuera”

Quizá, tan solo quizá, pueda merecer la pena darse un paseo por esa parte de la realidad en la que sigue habiendo risas, alegría, salud, abrazos, amor, y vida.

P.D.: Me apetece aclarar algo. Estoy de acuerdo y, además, me parece necesario todas las medidas de confinamiento y desescalada adoptadas y las respeto. Tan sólo que más allá de eso puedo elegir mirar a la muerte y el miedo o mirar a la vida… me quedo con la vida.

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