Los peligros del empoderamiento… y el pensamiento positivo
¿Cómo? ¿Puede haber peligros en el pensamiento positivo? ¿Puede haber peligro o ser perjudicial empoderarse, creer en uno mismo, sacar siempre lo máximo?
Como ya he comentado en otras ocasiones las cosas no son buenas o malas. Las cosas nos convienen más o menos según el momento; son buenas, o menos buenas, pero, sobre todo, lo que importa es cómo reaccionamos ante los acontecimientos, cómo lo vivimos y la lectura que hacemos de ello.
Por cierto, ¡hola! ¿qué tal va la vida? Espero que bien.
¿Qué tal ha sido el desayuno de hoy? ¿Has desayunado en la super taza que tiene grabado un mensaje positivo? ¿Tiene tu desayuno esa pinta perfecta para foto? ¿Ya te has mirado en el espejo y te has dicho “tú puedes con todo” para que así “desaparezcan todos tus males”? ¿Ya has visto en las redes sociales lo maravilloso que tiene que ser el día de hoy? Y, ¿qué hay de esos post-it que te pusiste en el espejo del baño con las frases para empoderarte? ¿Ya estás a tope para dar lo mejor de ti? Porque recuerda hay que afrontar todo con optimismo, con positivismo, con fuerza, ¡si te lo crees puedes con todo!
Pues mira, no, yo, aunque me lo crea, me lo grite, lo lea, haga todo lo que hay que hacer para que todo vaya bien y “sea genial y maravilloso”, hay días que no puedo con todo. Yo por mucho que me empodere… empodere… ¿empodere de qué? ¿Acaso soy un superhéroe? ¿Acaso he de hacer algo para demostrar que soy más? ¿Más que qué? ¿Acaso he de ser distinto a lo que soy?
Efectivamente, como puedes percibir, en ocasiones, “rechazo los mensajes positivos de las tazas”, rechazo los posts empoderadores de las redes sociales, me siento mal cuando, en mi opinión, alguien “empoderado” pierde la perspectiva. Cuando alguien “empoderado” avanza hacia adelante creyendo que solo haciendo algo va a estar mejor. Yendo siempre “hacia adelante”, teniendo siempre “que hacer algo para estar positivo” nos alejamos de sentir qué es lo que necesitamos realmente. Además, perdemos la medida o comprensión entre nuestra necesidad y la necesidad del ambiente que nos rodea (y aquí se incluyen personas, cosas, etc.).
No estoy diciendo que en ocasiones no ayude. Claro que hemos de hacer algo para cambiar nuestra vida si hay algo que nos duele o no nos encaja. Lo que creo es que no sirve de mucho dar capas de pintura sobre una pared con grietas. Primero hemos de detectar las grietas (a veces están ocultas y no las vemos, incluso, a veces tras una grieta pequeña hay otra mucho más grande). Una vez detectadas las grietas hemos de observarlas, de tratar de ver cómo se han formado, de dónde pueden proceder, en resumen, hacerles caso. Y después hemos de repararlas. Tras la reparación muchas grietas quedarán casi perfectas, otras quedarán menos perfectas y se notará más la grieta, pero ya no habrá grieta. Algunas pocas, se volverán a abrir al cabo de un tiempo y nos acompañarán toda la vida. En cualquier caso, una vez las tengamos reparadas, o mejor dicho sanadas, es el momento de lucirlas, de dejarlas “más bonitas”, para que así sea más liviano y se note menos la marca. Es aquí, entre otras ocasiones, cuando ese enfoque puede aportarnos. Nos puede aportar si la base está sana.
En cualquier caso, hacer una analogía con grietas y reparaciones no es lo más adecuado para las heridas del alma. Yo creo que no se reparan y desaparecen, y mucho menos que haya que taparlas. Hay que sanarlas y saber que una vez estuvieron ahí, pues así nos sirven de guía para el presente y futuro. También pienso, que, teniendo las heridas más o menos sanas, es mucho mejor vivir con un pensamiento positivo, alegre, pero sobre todo en paz. El empoderamiento o positivismo en exceso es un extremo de la misma cuerda de la tristeza profunda. Siempre que estamos en extremos estamos desequilibrados. La clave no es estar en el centro, en el equilibrio… la clave es detectar cuando estamos en un extremo, ser conscientes y poco a poco aprender a transitar de un extremo a otro. Cuanto más estemos en el extremo positivo, más fácil será que cuando salgamos de él caigamos en uno negativo igual de intenso.
Entonces el trabajo es saber transitar entre los extremos de una forma más consciente y saludable. Al ir practicando esto (ser conscientes y movernos entre los extremos con menos velocidad), poco a poco dejaremos de llegar tan a los extremos… nunca conseguiremos un equilibrio, pues el equilibrio implica no movimiento, y el no movimiento es muerte.
Volviendo al “empoderamiento” aplicado sobre una grieta sin reparar, imagino que lo peor de esta historia es cuando el empoderado/a tiene un mal día y nada de lo que ha aprendido le sirve… ¿entonces qué pasa? Imagino, y solo es mi imaginación, que por su cabeza pueden pasar cosas como:
¿Por qué estoy así? ¡Si yo hago todo lo que hay que hacer para ser feliz!
¿Cómo es posible? Sigo las pautas de “Pepe Palotes” y él dice que he de afrontar todo con optimismo, con energía, que yo puedo con todo si me lo propongo (y a continuación se escucha un grito para energizarse y envalentonarse…).
Etc.
No digo que este tipo de cuestiones no ayuden, de hecho, en muchas ocasiones son muy recomendables. En mi opinión tal y como se aplican, en modo receta mágica, adolecen de profundidad, sobre todo cuando lo que nos ocurre “es muy pesado”. Este tipo de cuestiones, querer cambiar la envoltura y ponernos una capa de fortaleza, felicidad y mensajes positivos, no nos dejan profundizar e indagar en qué nos sucede. No nos dejan indagar para averiguar cuáles son nuestras necesidades reales. Para poder conocer nuestras necesidades reales nos puede ayudar mucho ir a terapia.
La receta es “consume positivismo y conviértete en alguien positivo” (podríamos añadir un “y verás la vida de color de rosa”). Pues siento decir que hay veces que hay que estar triste, o de bajón, o sin energía.
Hoy en día se valora mucho pensar en positivo, frases hechas que aparentan ser la clave de la felicidad, que “todo sea happy”… ¿y dónde queda la tristeza? ¿dónde quedan nuestras necesidades reales? ¿qué lugar damos a nuestras emociones si las tapamos con la capa de la fortaleza, el empoderamiento y la positividad?
En ocasiones, y las redes ayudan mucho a esto, parece que existe una ola de sobreestimulación positiva sobre la que debemos surfear, siempre, para salir de nuestros problemas. Esto puede funcionar ocasionalmente, pero, en el largo plazo, no funciona.
La clave de todo es la autorregulación. Veamos. Estamos nosotros, como individuo, y el entorno. Intentaré explicarlo con un ejemplo.
Nosotros, yo, tú, tenemos una necesidad. Esa necesidad puede ser satisfecha por nosotros mismos y, en caso de que nosotros no nos la podamos satisfacer, hemos de buscarla en el entorno. Por otro lado, el entorno en el que vivimos también tiene necesidades. El entorno puede ser otras personas, un lugar, una sociedad, etc. Sé que puedes estar preguntándote como un lugar puede tener necesidades, bien, por ejemplo, puede que haya un lugar donde el silencio sea fundamental para su buen funcionamiento, esta sería “la necesidad del entorno”. Pongamos el caso de una biblioteca. Tú tienes muchas ganas de hablar, pero la biblioteca tiene como necesidad que se mantenga el silencio. La clave aquí es cómo regular tu necesidad y la del entorno de forma que ambas sean satisfechas en la medida de la posible de una forma sana. En ocasiones se satisfarán nuestras necesidades y en otras las del entorno. Lo sano es saber transitar de forma ecológica entre ambas necesidades. El equilibrio, muy pocas veces se dará, pues en el caso de la biblioteca, o hablas o callas, por lo que sólo se satisfará una necesidad, la tuya o la del entorno. Sin embargo, puedes salir fuera y hablar. Así has regulado tu necesidad y la del entorno de una forma sana.
Y, ¿qué tiene que ver esto con los mensajes positivos y el empoderamiento? Pues tiene que ver que cuando nos forzamos ser fuertes, empoderados, positivos sin detenernos a ver si es eso lo que necesitamos puede que estemos echando más gasolina al fuego, entendiendo fuego como algo nuestro que no se autorregula y lo que intentamos es “estar bien”. Ese estar bien realmente es “estoy intentando sentirme y hacer aquello que creo que significa estar bien, aquello que la sociedad etiqueta como estar bien, aquello que aprendí de mis padres (o mayores) que es estar bien”.
Lo que puede suceder es que quizá esa idea de estar bien que tenemos no es la que nos hace estar en paz. Porque quizá ese día hemos de transitar por un momento más gris. Taparlo no soluciona. Pensar en positivo, no lo soluciona. Empoderarse no lo soluciona. De hecho, puede que quizá te empoderes tanto para poder huir de esa sensación que contestes mal a alguien. ¿Cómo es posible esto? Pues, por ejemplo, puede que estés mal por cualquier cosa, una discusión con tu pareja, no haber conseguido un objetivo en el trabajo, que ya no esté en la tienda eso que has ido a comprarte, etc. Y tú, con tus recetas de empoderamiento, piensas “no pasa nada, a por todas”, y toda esa ristra de cuestiones que ya imaginas. En el fondo, no te reconoces la frustración o tristeza, o aquello que sea que realmente sientes. Y sigue el día, y de repente, como has tenido que apropiarte de tanta energía para tapar ese sentimiento más gris, en un momento dado no detectas la necesidad del otro y le gritas, o hablas más fuerte o contestas mal. Y tú te sientes que estás haciendo lo que debes, empoderado, cuidando de ti, haciendo caso a lo que quieres, pero resulta que no es eso. Que estás pagando tu sentimiento gris con alguien (que casi seguro no se lo merece), y no te das cuenta de que ha sido por no dar lugar al sentimiento.
El empoderamiento y pensamiento positivo muchas veces no nos ayuda a estar más en paz, nos ayuda a fortalecer el ego. ¡Y claro que esa sensación de energía y vida nos gusta! ¡Parece que nos podemos comer el mundo! Pero es ficticia, no es real, porque no has contactado realmente con tu necesidad. Y cuando la sensación desaparezca estarás confundido/a ¿Cómo puedo estar “tan mal” si estaba “tan bien”? Pues porque te has ido al extremo, a la polaridad, y un extremo y otro es lo mismo. Y cuanto más a los extremos estemos más difícil es poder transitar de forma sana y ecológica las situaciones que la vida nos pone delante.
Te propongo que inviertas menos tiempo en fomentar tu empoderamiento y más tiempo en el autoconocimiento a través de cursos, terapia, lecturas, meditaciones, etc.
La clave es conseguir estar en paz. La paz lleva implícita la felicidad. Estar o ser feliz es un estado transitorio y efímero, estar en paz es un estado de mayor duración, profundidad y satisfacción. Y, tranquilo/a, desde ahí estarás muy empoderado/a de un modo mucho más sano y profundo.
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